SEC en los medios

Un final anunciado

Un final anunciado

Por Francisco Cantamutto y Martín Schorr *. Diario Página/12, Lunes 5 de Septiembre de 2016
La historia nunca se repite como copia, aun cuando el libreto se asemeje. La proyección a futuro de propuestas ya ensayadas está siempre mediada por las tensiones del presente. Cambiemos es una coalición entre nuevos partidos liberales, otros con trayectoria y base territorial, y representantes directos del poder económico. Es también, como fuerza social, la forma concreta que adoptó la confluencia de ciertas fracciones empresarias para oponerse al gobierno anterior. Este conjunto de agentes políticos y económicos tiene algunos acuerdos básicos que no trasuntan en definiciones específicas y deben buscarse en la práctica.
Esos núcleos de coincidencias configuran la ofensiva de los capitales más concentrados sobre el trabajo y las fracciones menores del capital, y compone el programa económico de Cambiemos. Decir que se trata de neoliberalismo es insuficiente: ese conjunto de tareas ya fue realizado por gobiernos anteriores y sus trazos consiguieron cierta continuidad. Mediante transferencias de ingresos cuantiosas y sumamente regresivas, el programa procura una nueva configuración del bloque de poder, y para ello pone a prueba diferentes políticas. Entre las más significativas están la devaluación, la supresión o reducción de retenciones, la liberalización comercial y de capitales, el tarifazo, la emisión descontrolada de Lebac, la vigencia de tasas de interés reales positivas y los despidos.
Estas medidas implican redistribuciones donde algunos ganan y otros deben perder: no hay posibilidad de un ilusorio “todos ganan”. La Marcha Federal, las numerosas protestas contra el tarifazo, los reclamos de algunos sindicatos y las movilizaciones de trabajadores de la economía popular son algunas de las formas de resistencia al ajuste. Existen también roces entre los integrantes de la coalición, como se expresa por ejemplo en las disputas en torno al nivel del tipo de cambio o de las tasas de interés.
La historia muestra que algunos intentos de configurar un determinado bloque de poder logran consolidarse y otros no. Las políticas económicas de Adalbert Krieger Vasena o las de Celestino Rodrigo tenían parecidos de familia (devaluaciones, subas de tarifas y tasas de interés, atraso salarial), pero no lograron sostenerse. Incluso los primeros ensayos del menemismo (planes Bunge & Born y Erman González) fallaron en mantener ciertos precios relativos y acabaron en hiperinflaciones.
El programa recién se pudo consolidar cuando la afluencia de capitales externos se articuló con la prenda de cambio para dar nacimiento a la convertibilidad: las privatizaciones. A través de la venta de empresas públicas se logró la confluencia del capital extranjero, los acreedores de la deuda y los grupos locales. El programa de apertura como forma de disciplinamiento social sobre trabajadores y capitales de menor escala tenía a su favor el fantasma de aquellas híper, que fungió como amenaza de caos ante un orden que resultaba claramente regresivo. Las privatizaciones fueron la oportunidad concreta de obtener ganancias para aquellos grupos locales afectados por esa apertura, al insertarse en actividades protegidas y reguladas en su favor. La amenaza del caos previo y la oportunidad concreta de potenciar la acumulación de capital de los intereses más concentrados delinearon el programa económico del menemismo.
El gobierno de Macri carece de ambos elementos, al menos en intensidad equivalente. El período inmediato previo, plagado de contradicciones, no terminó en un estallido, ni económico ni social. Por el contrario, la intensificación de la inflación y la recesión ocurren a posteriori. Esto limita la capacidad del ajuste y obliga a reiterar el discurso de la herencia como forma de exculparse, en un cuadro de creciente movilización e impugnación popular al rumbo escogido. Al interior del bloque de poder el gobierno carece de activos abundantes para rematar. La principal oferta pasa por la toma de deuda y su valorización en colocaciones de corto plazo. Esta herramienta, aunque inestable, permitió extender la convertibilidad hasta su explosión en 2001. Si ese es el camino, sabemos cómo termina.
* Unsam/Conicet-SEC.